A, PATRICIA NAVARRETE RUIZ Q.E.P.D.

Como familia y comunidad Darwin, queremos celebrar la vida de nuestra inolvidable compañera y amiga de tantos años  Sra. Patricia Navarrete Ruiz, con estas sencillas palabras.  

Profesora de tantas generaciones, a quienes con absoluta solemnidad los guió en el entendimiento de las matemáticas. Aún  está plasmada en nuestra retina  su silueta sigilosa caminando primero que nadie a las aulas, sosteniendo su infaltable coca cola. Sus alumnos tenían muy claro que a la tía tenían que esperarla, no había argumento o subterfugio que sirviera de salvoconducto, una vez que ella cerraba la puerta. Así la recuerdan  muchos de sus alumnos con cariño, agradecimiento y respeto.

Sus colegas la recordamos como una dama afable, tremendamente femenina, de conversación serena y suave. Rígida en muchos  aspectos, pero a la vez noble. Siempre optimista y sonriéndole a la vida. Una persona de cuerpo menudo pero con una determinación y firmeza  en pro del bienestar de quienes la rodeaban.

Gran amiga  de sus amigas, fiel  y empática con los que quería, preocupada de ayudarlos, abuela generosa y  cercana, madre cálida y profundamente entregada a los suyos. Con un sentido del humor genial, con capacidad para reírse de ella misma. Audaz, y  sorprendente como cuando la vimos  actuar y  representar a Rafaella Carrá  en un aniversario del colegio y nos sacó de todos los esquemas. Genial  con sus ocurrencias y anécdotas estudiantiles junto a sus amigos Rubencito y Elizabeth a quienes trataba con entrañable cariño. Divertida hasta en las situaciones que otra persona hubiese tomado como una tragedia, fue así, cuando  nos relató que salió de su casa y no encontró nunca más su auto, en lugar de pensarlo mucho  o lamentarse y sin muchos artificios buscó como resolver rápidamente el problema.

Expresaba su punto de vista en forma clara y hasta en sus críticas a su amigo y compañero de asignatura Rubén,  eran con una ironía cargada de humor.

Patricia amaba la vida, la buena vida, le gustaba  reírse y disfrutar de los momentos, procuraba alegrar la vida de los suyos con detalles especiales, como decorar sus navidades de manera diferente cada año, previsora y metódica, cumplió sus planes poco a poco, viajó junto a su  querido nieto Tatán, luego, pensó en su retiro y procuró proporcionarse de un ambiente cálido una vez que se retirara , lo dijo y lo cumplió.

Enemiga de las quejas, o de lamentarse por lo que no fue. Algunas veces mostraba atisbos de sus experiencias para ayudar a otras a considerar los pro y contras, para así tomar decisiones  acertadas. Romántica y soñadora creía en el amor y se emocionaba  al observarlo en la vida de otros.

Por eso al compartir con ustedes su partida hablamos de celebrar lo que fue  su vida. Por todo lo que compartimos, la resilencia  con que vivió y de la que aprendimos para enfrentar nuestras propias vidas. Muchos de nosotros tenemos la certeza espiritual de que solo ha cambiado de dimensión, su  partida es  únicamente el fin de un estado, un cambio de forma, una transformación de la substancia o como dice San Agustín:

 “la vida es lo que siempre ha sido,

El hilo no está cortado, no estoy lejos,

 justo al otro lado del camino…

ves, todo va bien.

Volverás a encontrar mi corazón,

Volverás a encontrar mi ternura acentuada…

Yo sólo me he ido a la habitación de al lado…”

Como comunidad elevamos nuestras oraciones para que los ángeles, todos los maestros, su amado papito y su amiga Elizabeth, la estén esperando para darle el lugar que se merece y el descanso y la felicidad que se ganó.

Descansa en Paz querida Paty.